LA TENTACIÓN DE SAN ANTONIO (Salvador Dalí)
En el Museo Royaux des Beaux-Arts de Bruselas se guarda La tentación de San Antonio ,es un cuadro realizado por Salvador Dalí en 1946. La obra está pintada al óleo sobre lienzo, es surrealista
Todo parece un sueño extraño, lleno de imágenes simbólicas, y así, San Antonio intenta frenar con una cruz todas las tentaciones que le acechan: primero se abalanza sobre él un caballo, símbolo de la vanidad; la segunda tentación es la del sexo, simbolizado por un elefante (que es el animal más casto
entre los mamíferos) sobre el cual se alza una mujer desnuda; las demás tentaciones siguen siendo simbolizadas a través de elefantes, que insisten por ello en la importancia del sexo, para los surrealistas el aspecto de nuestras vidas más importante y por ello más reprimido por nuestra vida consciente. Sobre ellos amenazan otras tentaciones, la riqueza y el poder, o el deseo de la inmortalidad, representado por medio del obelisco que cabalga sobre el tercer elefante y que es también en cierto modo un símbolode la soberbia, pues la inmortalidad sólo está al alcance de Dios.
Para completar la incongruencia de las imágenes surrealistas, lo mismo que lo son las de los sueños, la obra se completa con otras imágenes inconexas entre sí: una persona que parece bendecir a otra, un hombre con un niño de la mano, extrañas apariencias en el cielo, y todo ello en medio de un paisaje desértico y misterioso.
El más ambicioso de los surrealistas, el que tiene más pretensiones de trascendencia, el que siempre se propone sorprender al espectador ingenuo con un argumento que escape a lo inteligible. Todo ello puede apreciarse en esta Tentación de san Antonio, tema clásico que ya había servido de recurso a los más remotos precursores del surrealismo, como el Bosco. En todos aparece la tentación como una visión irreal e imaginada, subjetiva, cuya figuración puede variarse ad líbitum, según la fantasía de su autor.
Este pobre san Antonio desnudo se afirma en una piedra para esgrimir con mayor fuerza una cruz de palo como conjuro contra lo que se le viene encima, pues la visión –sin duda sueños de grandeza y de sensualidad- se le impone desde lo alto al flaco eremita. Abre la marcha un caballo blanco desbocado, como la soberbia, al que siguen cinco elefantes de patas larguísimas y pluriarticuladas, como de insecto, cargando sobre sus lomos una mujer desafiante, extraños obeliscos y un edificio de arbitraria arquitectura por cuya puerta asoma otro torso femenino desnudo. Como esperanza de salvación, a lo lejos aparecen dos figurillas penitenciales sobre la desolada llanura y, en el cielo y sobre el horizonte, la silueta de un ángel volador.
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